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Correr embarazada

Correr embarazada, la experiencia vital de Anna Comet

Correr embarazada… ¡Una experiencia única! El día en que mi ginecóloga me confirmó que estaba embarazada, me dijo unas palabras que no olvidaré nunca: “Anna, estás embarazada, no estás enferma!”

Y, tras mi cara de sorpresa, siguió: “Debes seguir con tu vida, pero escuchando mucho el cuerpo, si antes podías con 30 ahora algún día tendrán que ser 20, otro 10 y algún día, pues nada.”

Ella me conoce bien y sabe que soy atleta profesional. Me dijo en pocas palabras que si todo iba bien, no tenía por qué dejar de hacer mi deporte, pero sí que era importante adaptarlo a la situación.

En el momento de quedarme embarazada tuve muy claras dos cosas: en primer lugar que si el embarazo era normal y todo estaba correcto, no quería dejar de correr, ni de hacer esquí de montaña. Y, en segundo lugar, que mi forma de hacer deporte durante aquellos meses pasaría de entrenar a hacer actividad física por puro placer.

Mi vida gira entorno del deporte y no podía concebir ese período tan importante y especial sin él, así que tenía claro que debía adaptarlo pero que formaría parte de los nueve meses de gestación.

PRIMER TRIMESTRE

El primer trimestre fue un poco espeso. No me encontré demasiado bien pero seguí con mis salidas a correr, a andar y a hacer esquí de montaña. Me sentaba muy bien, volvía a casa renovada de energía.

Hacía según me dejaba el cuerpo, sin forzar nada y a ritmos más tranquilos de lo habitual. Pero salía a diario o casi a diario. También combinaba el trabajo en gimnasio que los fisios y preparador físico me fueron adaptando a cada momento del embarazo.

Correr embarazada

SEGUNDO TRIMESTRE

Durante el segundo trimestre, que todavía quedaba algo de nieve y, aunque la barriga ya empezaba a despuntar, hice un montón de esquí de montaña. Había competido de forma profesional muchos años en esquí alpino con la selección española y posteriormente en esquí de montaña, así que este deporte es natural para mi. Buscaba zonas sin demasiada dificultad y gozaba de sentir la nieve bajo mis pies y el aire fresco en la cara. Seguí corriendo entre semana, a diario hacía mis 10 km en una hora aproximadamente y durante este trimestre empecé a andar mucho. Como tenía todo el tiempo del mundo, porque no estaba entrenando, me desplazaba a todas partes andando, me sentaba muy bien. La primavera empezaba a despertar y era muy agradable andar y andar. Y seguí con el trabajo en el gimnasio.

TERCER TRIMESTRE

El tercer trimestre, aunque la barriga ya era de dimensiones considerables, para mi fueron los mejores meses. Al correr embarazada, me sentía en plena forma, con energía y con fuerza. Ya no quedaba nieve así que en las salidas de los fines de semana cambié los esquís por unos bastones y salía a hacer cimas de los Pirineos. La verdad, ¡es que hice unas cuantas!

Entre semana seguía con mis km corriendo y andando. Muy a gusto, la verdad. E introduje la natación ya que llegó el calor y, aunque a mi no me influye demasiado… allí dentro se estaba de lujo, largo arriba, largo abajo.

Hice trabajo en gimnasio hasta dos semanas antes de dar a luz y corrí hasta tres días antes de dar a luz. Parí un viernes y el martes anterior todavía corrí mis últimos 10 km.

No es que lo buscara, pero me sentó bien hacerlo así hasta el último momento. Tal y como me dijo la ginecóloga: escuché siempre mi cuerpo y seguí las instrucciones de los profesionales que me gestionaron el embarazo. En el camino me acompañaron mi ginecóloga, una fisio especializada en suelo pélvico, una licenciada en CAFE que llevó todo mi trabajo de fuerza y una nutricionista.

Correr embarazada

Los entrenamientos en sí, los dejé a un lado. Le dije a mi entrenador que saldría a sensaciones cuando el cuerpo lo pidiera y que no quería seguir ninguna planificación.

Cuidé mucho la dieta porque me diagnosticaron diabetes gestacional (un tema genético, mi padre es diabético) y para no pincharme insulina solo tenía dos soluciones: hacer mucha actividad física, cosa que ya hacía, y hacer una dieta muy controlada. Esto me ayudó a no coger nada de peso extra y a recuperarme rápidamente tras el parto.

A mi peque no le faltó de nada en ningún momento, nació sano y precioso y aguantó un parto larguísimo porque era una bebé fuerte ya dentro de la barriga.

No soy una madraza, ni nunca he tenido una gran obsesión por ser madre, pero debo confesar que poder compartir mi gran pasión con el hijo que llevaba dentro fue una experiencia muy especial y única.

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Ten en cuenta que la información de los artículos de Polar blog no pretende sustituir el asesoramiento de un profesional sanitario. Consulta a tu médico antes de empezar un nuevo programa de fitness.

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